El sabor de los mejores tés blancos es sutil y sofisticado, se elabora solo con los brotes tiernos de la planta o con los brotes y las primeras hojas jóvenes de la planta. En la primavera, luego de descansar en el invierno, la planta envía una explosión de nutrientes a los brotes nuevos, para permitir que esos brotes se conviertan en hojas, lo que le impone un sabor mucho más delicado y dulce al té.